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sábado, 17 de marzo de 2018

HISTORIA

Djeser-Djeseru, el templo funerario de Hatshepsut.


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No sólo ostentó el título de Gran Esposa Real, sino que fue una auténtica Reina de Egipto, un faraón, cuya obra más conocida y reconocida es su templo funerario en Deir El-Bahari.

La mujer en la sociedad egipcia antigua: una breve introducción
En el Antiguo Egipto, la mujer ostentaba una cierta libertad, a diferencia de las mujeres griegas o las romanas, coetáneas con ellas en el último milenio antes de Cristo, que estaban sometidas a un tutor, ya fuera el padre o el esposo. Dentro de esta libertad, las mujeres egipcias tenían derecho a la propiedad, podían adquirir bienes y transmitirlos a sus descendientes. También podían acudir a los tribunales para pedir justicia y ser denunciadas. Podían pedir el divorcio, recibían parte de la herencia del marido si este fallecía y, en cierto modo, podría decirse que estaban en igualdad con los hombres. Todo ello dentro de un contexto claramente dominado por el sexo masculino.
En este ambiente de igualdad, la descendencia de los reyes egipcios podía producirse tanto por línea paterna como materna. Las mujeres también transmitían la legalidad al trono. Sus hijos o hijas eran considerados príncipes y dotaban de poder regio a sus esposas o esposos que, en muchos casos, llegaron a gobernar.
La historia de Egipto abarca casi cinco mil años, con una larga lista de dinastías y reyes. Entre todos ellos, llama la atención la presencia de seis mujeres que llegaron al trono y que gobernaron el país. Estas son Nitocris (Dinastía VI), Sobekneferure (Dinastía XII), Hatshepsut (Dinastía XVIII), Nefertiti (Dinastía XVIII), Tausert (Dinastía XIX) y Cleopatra (Dinastía ptolemaica).
De todas ellas, la única que se vistió con los símbolos del rey-faraón, fue Hatshepsut.
Quién fue Hatshepsut
Hatshepsut (aprox. 1510 – 1468 a.C.) era la hija primogénita de Thutmose I (Tutmosis I) y de la Gran Esposa Real Ahmose, princesa real que legitimó a Thutmose I en su posición como monarca, ya que este no era hijo carnal de su antecesor.
Busto de Hatshepsut en el Altes Museum de Berlín. Keith Schengili-Roberts
Busto de Hatshepsut en el Altes Museum de Berlín. Keith Schengili-Roberts.
A la muerte de Thutmose I, subió al trono su hijo Thutmose II, nacido de una de las esposas secundarias de aquél, Mut-neferet. El matrimonio con su medio hermana Hatshepsut legitimaba y fortalecía la posición de Thutmose II como monarca, puesto que su Gran Esposa Real era la primogénita del anterior rey. De este matrimonio nació una única hija, Neferure.
Pero Thutmose II tuvo más hijos, entre los que estaba el futuro rey Thutmose III, cuya madre fue una concubina sin estatus de esposa, Iset.
Thutmose II gobernó unos dos o tres años, tras los cuales dejó en el trono a un niño de escasa edad para gobernar.
Fue entonces cuando apareció Hatshepsut en escena. El clero de Amón, una de las entidades más poderosas del Antiguo Egipto, proclamó rey a Thutmose III bajo la corregencia de Hatshepsut hasta que este alcanzara la mayoría de edad. Esto sucedió alrededor del año 1490 a.C.
Siete años después, sobre 1483 a.C., Hatshepsut se autoproclamó rey de las Dos Tierras, que era como llamaban los egipcios a su país. El cambio fue significativo. No solo masculinizó su nombre como “Señor del Alto y Bajo Egipto”, sino que también cambió la forma de ser representada en las imágenes, relieves y pinturas. Añadió la barba protocolaria a su indumentaria real y sus senos se desdibujaron hasta casi desaparecer. Incluso se representaba a sí misma con la misma altura que Thutmose III, no inferior como correspondía a las esposas reales.
Su reinado duró veintidós años, siete en corregencia y quince en solitario, durante los cuales obtuvo importantes logros políticos y económicos, entre los que destaca el viaje al País de Punt.
No se sabe a ciencia cierta donde se sitúa este país rico en productos exóticos y de lujo, pero probablemente fuera por la costa somalí. Lo que sí se sabe es que en el año nueve del reinado de Hatshepsut, el canciller de la reina, Nehesy, recibió el encargo de dirigir esta famosa expedición. Cinco naves partieron Nilo arriba, cargadas con mercancías egipcias, para intercambiarlas por productos puntitas. De allí obtuvieron incienso, mirra (considerada el perfume de los dioses), oro, marfil, ébano, resinas e incluso una pantera como regalo para la reina.
Esta expedición quedó inmortalizada para siempre en las paredes del templo funerario de Hatshepsut, en Djeser-Djeseru.
El templo funerario Djeser-Djeseru
Conocido como el templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari, su nombre en egipcio era Djeser-Djeseru, literalmente “Sagrado de Sagrados”.
La construcción del templo empezó en el mismo año en que Hatshepsut se proclamó faraón, 1483 a.C. No era una idea original, sino que retomaba un modelo anterior: el templo de Mentuhotep II construido cinco siglos antes. El templo Djeser-Djeseru se emplaza junto a este, pero aumentado en tamaño y suntuosidad.
El arquitecto escogido para llevar a cabo esta obra fue Senenmut, alto funcionario de Hatshepsut, que ostentó los títulos de “director de todas las obras, administrador de los bienes de la Gran Esposa Real Hatshepsut, administrador de los bienes de la hija real Neferure, tesorero real, administrador del Palacio, gran mayordomo de la Esposa del Dios y tutor de la hija real Neferure”.
Senemut y Neferure, Jerzy KociatkiewitzSenemut y Neferure. Jerzy Kociatkiewitz
Mucho se ha hablado de la existencia de una relación personal e íntima entre Hatshepsut y Senenmut, pero lo cierto es que no hay nada que lo verifique, más allá de que fuera la mano derecha de la reina-faraón.
Senenmut dirigió un equipo técnico compuesto por dieciséis carpinteros, diez talladores de piedra y veinte grabadores para el diseño y construcción de este templo. Su diseño en tres niveles de terrazas, fachadas con columnas, rampas de acceso y patio superior descubierto formaban un conjunto que aún asombra por su modernidad.
Su ubicación, adosado a la ladera de una montaña escarpada, es el perfecto fin de perspectiva de todo viajero que se acerca hasta allí. Se trata de un acantilado conocido como la montaña sagrada de Hathor, diosa vaca presente en todo el templo, que simbolizaba el amor, la alegría, la danza y las artes musicales. El material de construcción es una piedra caliza local, de color blanco, lo que le da más luminosidad, y la planta del edificio es prácticamente rectangular.
Templo Djeser-Djeseru visto desde el aire, Dalle GillardTemplo Djeser-Djeseru visto desde el aire. Dalle Gillard
La entrada al templo se realizaba desde el Nilo, mediante un canal que se introducía en el desierto. Poco o nada queda de esta entrada, que se señalaba con una avenida de siete pares de esfinges con cuerpo de león y cabeza de Hatshepsut tocada con el nemes, símbolo del poder real. Estas esfinges conducían a un pilono, una puerta de entrada típica de los templos egipcios, tras el cual se encontraba la primera terraza.
En esta primera terraza había jardines, donde palmeras, árboles frutales, viñas y mimosas, estanques en forma de T con papiros y flores se extendían a ambos lados, de forma simétrica. Sabemos de la existencia de este arbolado porque aún quedan los agujeros de los tocones. Y también conocemos una inscripción en la que la reina Hatshepsut dice que ha construido este templo como un jardín para su padre Amón.
El fondo de esta terraza es el pórtico inferior. Cuatro columnas con forma antropomorfa en los laterales, dos de Osiris y dos de la reina, y veintidós pilares de base cuadrada, ubicados de forma simétrica a ambos lados de la primera rampa, conforman la fachada inferior. El interior del pórtico ubicado más al sur, a la izquierda de la rampa, está decorado con relieves que representan el transporte de dos obeliscos desde las canteras de Asuán hasta el templo de Karnak, en Luxor, donde fueron finalmente erigidos. Veintisiete barcazas transportan los dos obeliscos para la celebración del festival Seb de Hatshepsut, por el que se celebraba la regeneración de la energía vital del monarca.
El pórtico situado más al norte, a la derecha de la rampa, contiene escenas de caza de aves y una esfinge aplastando a los enemigos, una escena típica de demostración de fuerza del rey egipcio sobre los adversarios.
La primera rampa, de unos cincuenta metros de longitud, conduce a la terraza media, ubicada a ocho metros de altura de la primera. Los laterales de la rampa están decorados con leones que protegen el nombre de la reina.
En la terraza media se repite la composición de la terraza inferior. Pórticos simétricos a cada lado de la segunda rampa. La decoración del pórtico ubicado más al norte, a la derecha de la rampa, hace referencia al nacimiento divino de Hatshepsut. Estas escenas se hicieron necesarias para legitimar su derecho al trono, dejando de lado a Thutmose III. De hecho, ella misma se muestra como hija del dios Amón.
En el pórtico ubicado al sur, a la izquierda de la rampa, lo que se puede encontrar son los relieves de la exitosa expedición al país de Punt, narrada con los detalles más asombrosos.
Relieves de la expedición a Punt en el templo de Deir el-Bahari, Σταύρος Relieves de la expedición a Punt en el templo de Deir el-Bahari. Σταύρος.
En esta segunda terraza hay, además, dos capillas en los laterales: la de Anubis, a la derecha, y la de Hathor, a la izquierda.
La capilla dedicada a la diosa Hathor está formada por una sala hipóstila, es decir columnada, con doce columnas cuyos capiteles representan a Hathor como una mujer con orejas de vaca. En las paredes de esta capilla, la vaca divina Hathor amamanta a la reina. Al fondo de la sala hipóstila hay un santuario para la diosa y una sala para la barca sagrada del dios Amón.
Las barcas sagradas eran una especie de angarillas o soportes donde se colocaban las estatuas de los dioses y se trasladaban de un templo a otro en procesión.
 Capilla de Hathor, EviljohniusCapilla de Hathor. Eviljohnius
La capilla de Anubis también está formada por una sala hipóstila, con doce columnas y un santuario a modo de nicho, excavado en la roca para el dios Anubis.
La segunda rampa, decorada con una larga serpiente con cabeza de halcón, nos conduce a la terraza superior, que es de menor tamaño, y que está flanqueada por una serie de veinticuatro pilares sobre los cuales aparece representada la reina Hatshepsut asimilada al dios de la muerte, Osiris. Es decir, con la clásica postura de momia, con los brazos cruzados sobre el pecho, sosteniendo el cayado y el flagelo, dos símbolos del poder regio, y tocada con la doble corona, rey del Alto y del Bajo Egipto.
Hatshepsut en su forma osiriaca. Institute for the Study of the Ancient WorldHatshepsut en su forma osiriaca. Institute for the Study of the Ancient World
Hay que recordar que, para los egipcios, una vez fallecido el rey, éste pasaba a formar parte del panteón de dioses. El rey fallecido se asimilaba a Osiris, rey de los muertos, y se le rendía culto en su templo funerario.
Tras esta fachada porticada superior, se abre el patio superior. Se trata de un patio abierto con todas las fachadas porticadas, alrededor del cual se situaban las estancias donde se realizaban los ritos del culto o se alojaba la reina en sus visitas al templo; así como salas para ofrendas a la propia Hatshepsut o a su padre, Thutmose I, como lugares para el culto funerario a los antepasados.
Cada uno de los cuatro muros de este patio superior está decorado con diversas escenas de la vida de la reina, Hatshepsut. La coronación como faraón, la carrera ritual durante el festival Sed, la fiesta de Opet o de la crecida del Nilo, entre otros.
El lugar principal donde se celebraban los ritos funerarios se conoce como el sancta sanctorum o santuario. Se trata de un pasillo con capillas laterales dedicadas a Amón, dios al que va dedicado el templo en un principio, al final del cual está el sanatorio, con la escultura de este dios.
Entrada al Sancta sanctorum del templo de Hatshepsut. Ana Paula HiramaEntrada al Sancta sanctorum del templo de Hatshepsut. Ana Paula Hirama
Hatshepsut dedicó intencionadamente su templo funerario al dios Amón, ya que su intención era la de quedar legitimada por línea divina al trono. En todo el templo hay relieves alusivos al nacimiento divino de Hatshepsut, en los que se detalla que Amón la engendró en el vientre de su madre encarnándose en la figura de su padre, Thutmose I. Toda una alegoría inventada por el clero de Amón para colocar a Hatshepsut por delante de Thutmose III en la legitimidad regia.
En 1468 a.C. se acabó la construcción del templo funerario Djeser-Djeseru. Y Hatshepsut falleció poco después, tras 22 años de reinado.
Después de su muerte, el nombre de esta reina-faraón sufrió lo conocido comodamnatio memoriae, es decir, el borrado de la memoria. Su nombre, los relieves y pinturas con su imagen fueron destruidos.
El nombre, ren en egipcio, era una de las nueve partes fundamentales del hombre en el Antiguo Egipto, junto con el cuerpo físico, djet; el cuerpo espiritual, sahu; el corazón, ib; la fuerza vital, ka; el alma, ba; la sombra, shut; el espíritu luminoso, akh; y la fuerza, sekhem. Tanto que, para destruir a una persona, se borraba su nombre, haciendo que ésta desapareciera.
Se ha discutido sobre si fue Thutmose III o algún rey posterior el que ordenó esta destrucción. En cualquier caso, no pudieron acabar con un edificio que ha perdurado durante tres mil quinientos años, en un estado aceptable de conservación.
Como se ha mencionado, el templo Djeser- Djeseru toma como modelo el templo vecino de Mentuhotep II. Sobre este templo, de menor envergadura, se ha especulado mucho sobre la finalización de la cubierta, planteando una pirámide como culminación. Hoy en día parece que esta teoría ha sido descartada en favor de una mastaba o de una pirámide escalonada, ya que una pirámide perfecta habría colapsado. En todo caso, el templo de Hatshepsut no parece haber tenido nunca una pirámide en su cénit, sino el patio abierto de la terraza superior.
Olvidado durante siglos, los estudiosos que Napoleón Bonaparte llevó en su expedición a Egipto entre 1798 y 1801 documentaron la avenida de esfinges del templo funerario de Hatshepsut. Y entre 1855 y 1866, el arqueólogo Auguste Mariette limpió las capillas de Amón, de Hathor y el pórtico con los relieves y pinturas de la expedición al país de Punt.
Ahora es uno de los lugares más conocidos y visitados del mundo.
Portada: Templo de Hatshepsut en Deir el-Bahari, Charlie Phillips
Para saber más
Los templos del Antiguo Egipto, Richard H. Wilkinson. Ed. Destino, Barcelona, 2002.
Hatshepsut, la reina misteriosa, Christiane Desrochet Noblecourt. Ed. Edhasa, Barcelona, 2004.
La mujer en el Antiguo Egipto. Repositorio de libre acceso.
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