García López de Cárdenas, descubridor del Gran Cañón del Colorado.

Mucho se ha escrito sobre Hernán Cortés y Francisco Pizarro, conquistadores de los dos imperios más poderosos de América, el azteca y el inca, pero quizás sea precisamente la brillantez y dimensión de tales gestas lo que ha oscurecido las llevadas a cabo por otros exploradores no menos intrépidos como Francisco Vázquez Coronado,  Fernando de Alarcón, García López de Cárdenas, y José de Solano y Bote que desarrollaron sus actividades al norte del Río Bravo explorando los actuales estados de California, Colorado, Oklahoma, Nuevo México, Texas, Luisiana, Georgia o Florida en Norteamérica y Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas en México. Tres de ellos, Coronado, Alarcón  y Cárdenas participaron en la expedición comandada por el primero que recorrió gran parte del suroeste  norteamericano., y  dentro de esta épica exploración por tierra y mar fue un hombre casi desconocido, el extremeño García López de Cárdenas quien  encontró una “ barranca” por la que ni siquiera pudo bajar: el Gran Cañón del Colorado, un gigantesco surco de  446 kilómetros de longitud y 1.600 metros de profundidad horadado por el río durante millones de años.

La expedición de Vázquez Coronado.

El 9 de mayo de 1540 se pone en marcha desde Compostela, Nayarit, en aquellos días capital de la provincia llamada reino de la Nueva Galicia, la expedición de Francisco Vázquez Coronado hacia el suroeste norteamericano, la cual estaba compuesta por 340 españoles y cientos de indios aliados, además de ganado vacuno. Los acompañaba el fraile Marcos de Niza. Además de la expedición, el virrey envió paralelamente otra expedición hacia California, formada por navíos que les seguían por mar al mando de Hernando de Alarcón. La expedición partiría el mismo día y se adentraría siguiendo la costa de la Nueva España en el interior del golfo de California, para luego seguir hacia el norte hasta Yuma, en el actual Arizona, y finalmente  otra expedición más pequeña por tierra organizada por García López de Cárdenas.

Hernando de Alarcón.

Alarcón, siguiendo las instrucciones recibidas, parte de Acapulco (Nueva España) en su exploración a las costas de California y con la intención de encontrarse con Coronado al norte de California, y es allí donde
Hallamos una canal, dos leguas de la tierra firme, de hondura de ocho brazas, por la cual entraban sus dos mareas en veinticuatro horas por su orden y concierto de Así fue como Hernando de Alarcón describió la desembocadura del rio Colorado en el Golfo de California. Esta boca de río había sido registrada un año antes por Francisco Preciado, piloto mayor de la expedición al mando de Francisco de Ulloa. Los detalles de la expedición marítima de Ulloa se conservaron gracias a la edición de Giovanni Battista Ramusio, Delle navigationi e viaggi, de 1556.
Por su parte, los cronistas Francisco López de Gómara, en su libro La conquista de México (Zaragoza, 1552), y Bernal Díaz del Castillo, en su “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España” (enviada a España para su publicación en 1575), incluyen estos descubrimientos. Los primeros exploradores no se detuvieron en los sitios que iban descubriendo y pusieron más el énfasis en el reconocimiento de los litorales que en la obtención de ganancias. Lo cierto fue que las noticias llegadas a Europa reconocieron a Hernán Cortés como el descubridor del golfo de California, conocido también como «Mar de Cortés».

García López de Cárdenas

Coronado se vio envuelto en innumerables conflictos con los indígenas de la zona, lo que le impidió ir al encuentro de Alarcón, pero no esperar al grupo de Cárdenas. El comandante desesperaba porque tampoco encontraba la ciudades inventadas por Niza pero tuvo esperanzas de nuevo cuando  los indígenas le dijeron que había otras siete ciudades llamadas Tusayán, en dirección noroeste. Vázquez de Coronado envió a dicho lugar al capitán Pedro de Tovar con 17 jinetes y algunos infantes. Tusayán fue otra desilusión, pues resultó ser el hábitat de los indios moqui (Arizona); siete poblaciones en lugares defensivos, la más importante de las cuales era Wolpi. Allí, Tovar oyó decir a los indios que al oeste de su país había un gran río y   cuando regresó  con la noticia, Vázquez  Coronado ordenó a García López de Cárdenas que tomara 12 hombres y fuese a descubrir el río y que volvieraa darle noticias en no más de 80 días. La patrulla cruzó el desierto durante 20 interminables días hasta que lo encontró.

El Gran Cañón

El encuentro con el Gran Cañón se produjo en el hoy conocido como  mirador Desert View –a 40 kilómetros de Canyon Village– y  es narrado por el Capitán Jaramillo y el cronista Pedro de Sotomayor de la siguiente forma:
Luego despachó a Don García López de Cárdenas, maestre de campo, a que pasase de aquella provincia de Tuzán al Poniente e para la ida e vuelta de la jornada e descobrimiento le señaló ochenta días de término de ida e vuelta, el cual fue echado delante de Tuzán con guías de los naturales que decían que había adelante, andadas cincuenta leguas al poniente, e hallaron una barranca de un río que fue imposible por una parte ni otra hallarle bajada para caballo, ni aun para pie, sino por una parte muy trabajosa, por donde tenía casi dos leguas de bajada. Estaba la barranca tan acantilada de peñas que apenas podían ver el río, aunque es, según dicen tanto o mucho mayor que el de Sevilla, de arriba parescía un arroyo; por manera que aunque con harta diligencia se buscó pasada e por muchas partes no se halla, en la cual estuvieron muchos días con harta necesidad de agua, que no la hallaban e la del río no la podían aprovechar aunque la vían: a esta causa le fue forzado a don García López volverse a donde hallaron; este río venía del Nordeste e volvía  al Sur Sudueste.
Tal fue el lugar desde el que el explorador español  contempló por primera vez el río Colorado (al que llamaron Tizón) serpenteando al fondo del profundo barranco tras lo cual, ante la imposibilidad de bajar por la escarpada orografía, la escasez de agua  y el breve tiempo otorgado en las órdenes recibidas, Cárdenas decidió volver junto a Coronado al cual narró su extraordinaria visión.creciente y de menguante (…) con tanta corriente (…) que era cosa maravillosa.”..
 Posteriormente, en  Quivira, Coronado  oyó hablar de otro gran río cercano (el Missouri), pero consideró imprudente continuar en su búsqueda, ya que se aproximaba el invierno y era conveniente regresar a Tigüex antes de que los ríos crecieran demasiado y fuera imposible pasarlos. Se encontraba además en una tierra muy fría, donde nevaba en invierno. De haber seguido hacia el sureste es muy posible que se hubiera encontrado con la expedición española de Hernando de Soto, que andaba por entonces en el río Mississippi.

Las agrias jornadas de Tiguex

A la vuelta del Gran Cañón, Cárdenas,  junto a Hernando de Alvarado,  fue encargado por Coronado de adelantarse con una avanzadilla hasta el teóricamente amigo pueblo de Tiguex con el fin de preparar el lugar para pasar el invierno, pero al llegar fueron rechazados por indígenas armados que mataron a algún español y robaron caballos. Cárdenas trató de parlamentar con ellos sin resultado y finalmente recibió órdenes de Coronado de atacar por lo que se dirigió al pueblo con no más de treinta soldados y al llegar “pese a las súplicas de sus soldados” descabalgó y se dirigió a parlamentar con los indígenas porque como dijo “tenía el mayor deseo de traer a estos indios a un tratado”, aunque dada la resistencia de éstos decidió sitiar el pueblo.
Días después Cárdenas retomó su decisión de parlamentar y se acercó al pueblo a caballo, pero cuando estaba llegando “los indios lograron apoderarse de el y lo trajeron vivo a su aldea, lo que nos causó el mayor dolor, porque era un hombre distinguido que, por virtud y afabilidad, se había hecho amado todo el mundo” y allí terminó sus días a la edad de 42 años García López de Cárdenas, el español, pacense de Llerena y descubridor del Gran Cañón del Colorado.
Autor: Ignacio del Pozo Gutiérrez para revistadehistoria.es.
Bibliografía
VÁZQUEZ DE CORONADO, Francisco: “Carta al Emperador dándole cuenta de la expedición a la provincia de Quivira y de la inexactitud de lo referido por fray Marcos de Niza sobre aquel país”, en Colección de Documentos Inéditos de América, tomo III.
EZQUERRA ABADÍA, Ramón: “Los españoles en el Far West”, en Boletín de la Real Sociedad Geográfica, Madrid, 1943, vol. LXXXIX, p. 121-151.
HORGAN, Paul: Los conquistadores en América del Norte, Madrid, 1966.
MORA VALCÁRCEL, Carmen de: Las siete ciudades de Cíbola: textos y testimonios sobre la expedición de Vázquez Coronado, Sevilla: Alfar Universidad, 1992.
CASTAÑEDA DE NÁJERA, Pedro: “Relación de la jornada de Cíbola”, en Relations et Memoires Originaux pour servir a l´Histoire de la Découverte de l´ Amerique, vol. IX, París: Ternaux Compans, 1837-1841.
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