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sábado, 12 de agosto de 2017

Por qué nunca nadie ha podido encontrar la tumba de Gengis Kan

Por qué nunca nadie ha podido encontrar la tumba de Gengis Kan

Gengis Khan, como aparece en un billete mongolésDerechos de autor de la imagenGETTY IMAGES
Image captionEl deseo de Gengis Kan -quien no sólo conquistó el mundo, sino que lo civilizó- era que sus restos no fueran hallados.
Es una inmensa tierra para inmensas leyendas.
No hay carreteras, ni edificios permanentes. Solo cielos abiertos, hierba seca y viento.
Nos detenemos para beber té de leche salada en gers (carpas nómadas redondas) y fotografiar caballos y cabras salvajes.
A veces nos paramos por parar. En auto, la provincia mongola de Ömnögovi es interminable. No me la imagino recorriéndola a caballo.
Sin embargo, es la tierra de Gengis Kan, el guerrero que precisamente conquistó al mundo a caballo. Su historia está repleta de secuestros, derramamiento de sangre, amor y venganza.
Pero la leyenda comienza con su muerte.

Tumba secreta

Conocido como Chinggis Khaan en Mongolia, Gengis Kan llegó a dominar todo el territorio entre el Océano Pacífico y el Mar Caspio.
Si hubiesen querido que la encontráramos, habrían dejado alguna señal"
Uelun, traductora
A su muerte, pidió que se le enterrara en secreto. Un ejército desconsolado transportó el cadáver, matando a cualquiera que apareciera en el camino para esconder la ruta.
Cuando el emperador finalmente fue enterrado, 1.000 caballos pisotearon su tumba para destruir cualquier rastro.
Han pasado 800 años desde entonces y nadie la ha podido encontrar.

Interés internacional

Expediciones lideradas por extranjeros la han buscado en textos históricos, sobre el terreno e incluso desde el espacio con el proyecto de National Geographic "Valle de los Kans", que utilizaba imágenes satelitales.
La mayor parte del interés es internacional. Los mongoles no quieren que sea hallada.
Y no es que Gengis Kan no sea importante en su tierra natal. Todo lo contrario. Su rostro aparece en las monedas, en las botellas de vodka y probablemente no haya sido tan popular desde que murió 1227.
Una edificación solitaria en un paraje desierto de MongoliaDerechos de autor de la imagenSAMUEL BERGSTROM
Image captionEl número de carreteras y demás vías terrestres en Mongolia es muy pequeño, relativo al tamaño del país.
Por lo tanto, desde afuera puede ser difícil entender por qué se considera la búsqueda como un tabú.
Y esa renuencia es muchas veces mitificada por la prensa extranjera como una maldición, la creencia de que el mundo se acabará si se descubre donde está.
Eso fue alimentado por la leyenda de Tamarlán, un rey turcomongol del siglo XIV, cuya tumba fue destapada en 1941 por arqueólogos soviéticos.
Inmediatamente después, los soldados nazis invadieron la Unión Soviética, lanzando la sangrienta ofensiva del Frente Oriental en la Segunda Guerra Mundial.
Los supersticiosos dirán que eso fue causa y efecto.
Sin embargo, mi traductora, Uelun, una joven mongola graduada en Relaciones Internacionales en Rusia, no lo cree y opina que se trata de respetar la voluntad de Gengis Kan.
"Hicieron todo ese esfuerzo para esconder su tumba", señala. Abrirla ahora iría contra sus deseos.
Su visión es un sentimiento compartido en Mongolia, un país de antiguas tradiciones y profundo orgullo.

Búsqueda infructuosa

Más allá de las presiones culturales, una serie de problemas técnicosobstaculizan la búsqueda.
Un paisaje desierto de MongoliaDerechos de autor de la imagenSAMUEL BERGSTROM
Image captionGengis Kan gobernó una vez todo el territorio entre el océano Pacífico y el mar Caspio.
Mongolia es enorme y poco desarrollada. Es más de siete veces el tamaño de Gran Bretaña, pero solo posee el 2% de sus carreteras.
Solo Groenlandia y unas pocas islas remotas poseen una densidad de población menor.
Un paisaje así se guarda sus secretos.
Es un desafío que conoce el Dr. Diimaajav Erdenebataar, director del departamento de Arqueología en la Universidad estatal de Ulán Batar, capital de Mongolia, y participante de la primera expedición conjunta que buscó la tumba.
El proyecto japonés y mongol llamado Gurvan Gol ("Tres Ríos") se centró en el lugar de nacimiento de Gengis Kan en la provincia de Khentil.
Eso fue en 1990, el mismo año de la Revolución Democrática Mongola, cuando el país rechazó pacíficamente su gobierno comunista por un nuevo sistema democrático.
El movimiento se opuso a la búsqueda de la tumba y, tras protestas públicas, detuvo el proyecto.
Desde 2001, el Dr. Erdenebataar ha estado excavando un cementerio de 2.000 años de los reyes xiongnu en la provincia central mongola de Arkhangai.
Una persona a caballo en las montañas mongolesasDerechos de autor de la imagenSAMUEL BERGSTROM
Image captionMil caballos pisotearon la tumba de Gengis Kan para destruir cualquier rastro.
El experto cree que los xiongnu fueron ancestros de los mongoles, una teoría compartida por el propio Gengis Kan, y eso podría significar que tuviesen prácticas funerarias similares que podrían ilustrar cómo sería su tumba.
Los reyes xiongnu fueron enterrados a más de 20m en cámaras con troncos y con las tumbas marcadas por encima del suelo con un cuadrado de piedras.
Al Dr. Erdenebaatar le tomó diez veranos excavar la primera y, al conseguirlo, descubrió que había sido visitada por ladrones.
Aun así, encontró un carro chino, cristales romanos y abundantes metales preciosos.
Muchos piensan que la de Gengis Kan tendrá tesoros semejantes provenientes de todo el imperio Mongol.
Sin embargo, saber si fue enterrado al estilo xiongnu resulta muy complicado.
Una tumba así podría ser escondida simplemente quitando las piedras marcadas y, a 20m de profundidad, sería imposible de encontrar en la inmensidad de Mongolia.

Ubicación prohibida

Mientras tanto, una historia del folclor cuenta que Gengis Kan fue enterrado en un pico en las montañas Khentilllamado Burkhan, aproximadamente 160km al noreste de Ulán Batar.
Siendo joven se escondió allí de sus enemigos y prometió regresar a su muerte.
Monedas de los tiempos del imperio mongolDerechos de autor de la imagenSAMUEL BERGSTROM
Image captionMuchos creen que la tumba puede estar llena de tesoros del imperio mongol.
Pero los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre el sitio preciso.
"Es una montaña sagrada", reconoce la Dra. Sodnom Tsolmon, profesora de la Universidad Estatal de Ulán Batar y experta en historia mongola del siglo XIII. "No quiere decir que esté enterrado allí".
Los estudiosos utilizan relatos históricos para intentar armas el rompecabezas de la locación de la tumba.
Sin embargo, la imagen que crean suele ser contradictoria.
El millar de caballos indica que el lugar del entierro sería un valle o una estepa. Sin embargo, la promesa de Gengis Kan lo ubica en una montaña.
Para complicar las cosas aún más, el etnólogo mongol S. Badamkhatan identificó cinco montañas históricamente llamadas Burkhan Khaldun (aunque concluyó que la moderna Burkhan Khaldon es probablemente la correcta).
Ni la Dra. Tsolmon ni yo podemos escalarla, pues las mujeres no son bienvenidas en la sagrada montaña.
Una vez conocida como Ikh Khorig, o "Gran Tabú", es ahora El Área Estrictamente Protegida de Khan Kentii y Patrimonio Mundial de la Unesco.
Al estar fuera de los límites para los investigadores, cualquier teoría sobre la ubicación de los restos de Gengis Kan ha quedado en el limbo.

Deseo del guerrero

Pero con la tumba aparentemente fuera de alcance, ¿por qué sigue siendo un tema tan polémico en Mongolia?
Las montañas KhentilDerechos de autor de la imagenALAMY
Image captionSegún la leyenda, Gengis Kan fue enterrado en las montañas Khentil.
Gengis Kan es simplemente el héroe más grande del país.
En Occidente solo se recuerda lo que conquistó, pero los mongoles rememoran lo que creó.
Su imperio conectó el este y el oeste, permitiendo que floreciera la Ruta de la Seda.
Además, consagró los conceptos de inmunidad diplomática y libertad religiosa, estableció un servicio postal confiable y el uso del papel moneda.
No solo conquistó el mundo; Gengis Kan lo civilizó.
Y sigue siendo una figura que despierta enorme respeto, razón por la cual mongolas como Uelun quieren que la tumba no sea perturbada.
"Si hubiesen querido que la encontráramos, habrían dejado alguna señal".
Y esa es su última palabra.

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