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jueves, 15 de septiembre de 2016

Marie Curie, dos Nobel contra el machismo


Marie Curie, dos Nobel contra el machismo
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marie curie

Marie Curie, en su precario laboratorio

Marie Curie (Varsovia, 7 de noviembre de 1867- París, 4 de julio de 1936) fue la primera mujer en ganar el Premio Nobel. Pero fue mucho más. Todo en la vida de esta científica polaca nacionalizada francesa es fascinante. Una mujer adelantada a su tiempo. Una mente deslumbrante que se enfrentó a multitud de obstáculos y los superó todos. Esta semana se han cumplido 80 años de su muerte. Ocho décadas después, mirar atrás y repasar su biografía es asombrarse con una mujer excepcional, pionera, genial, ejemplar e irrepetible.
Tuvo que abrirse hueco en un país extranjero. Se enfrentó a los prejuicios de una sociedad conservadora en la que el papel de la mujer era cuidar de su familia y del hogar, no investigar y conseguir hallazgos trascendentes. De ella se esperaba estar en casa, no en el laboratorio. La sumisión y la docilidad, no la inteligencia y el tomar la iniciativa. Pero rompió con todos esos estereotipos. De lo difícil que fue su vida, de la extraordinaria complejidad del ambiente conservador en el que vivió, da una idea el hecho de que fuera una de las primeras mujeres en ir a la universidad, algo que disgustó en su casa. No era lo que se esperaba de ella. Era un espacio reservado para hombres.
Curie ganó dos premios Nobel, el de Física, junto a su marido Pierre y al científico Henri Becquerel, y el Nobel de Química, en solitario, en 1911. Gracias a sus trabajos, realizados en condiciones precarias, sin laboratorio en condiciones, se descubrió el polonio y el radio. Sus investigaciones, esa exposición a la radioactividad, debilitaron su salud. Ella concebía su profesión científica como un servicio a la sociedad. Siempre estuvo comprometida. Por eso, en la I Guerra Mundial ideó los primeros centros radiológicos para atender a los soldados heridos. Fue una mujer adelantada a su tiempo, que crío dos hijas, Irène y Eve. Una de ellas ganaría años después el Nobel, prolongando la trayectoria fascinante de una familia entregada a la investigación y a la ciencia.
marie y pierre
Pierre y Marie Curie, en su laboratorio
En sus dos reconocimientos con el Nobel, Marie Curie tuvo que enfrentarse al machismo imperante en la época. En el primero, inicialmente, ella no era ni siquiera mencionada. A pesar de que las investigaciones por las que su esposo Pierre había recibido el galardón eran compartidas entre ambos. Injustamente, ella no aparecía. Era mujer. Ninguna hasta entonces había ganado el Nobel. Se hizo justicia, aunque sólo a medias, porque el matrimonio recibió la misma retribución económica que el otro físico con el que compartieron el galardón. El mismo dinero de un ganador para dos. El marido sabría qué hacer con ese dinero, pensaría el jurado del Nobel.
Aún más indignante fue el trato recibido por la científica cuando recibió, ya en solitario, tras haber fallecido su marido años antes, el Nobel de Química en 1911. Justo por esos días trascendió a la opinión pública la relación que Marie Curie mantenía con Paul Langevin. Para la puritana y ultraconservadora sociedad de la época, fue un escándalo. Él estaba casado. Pero, claro, la opinión pública se ensañó con ella. Volvió a ser la rara, la extranjera, la despreciada. Recibió entonces una carta de los Nobel en el que se le recomendaba que no asistiera a Suecia a recoger su premio y se insinuaba que, de haberse conocido entonces su relación con Langevin, no habría recibido el galardón. ¿Qué hizo Marie Curie? Lo que siempre en toda su vida, plantar cara, luchar, exhibir fortaleza, seguir adelante.
“La opción que usted me recomienda me parece que sería un grave error por mi parte. En realidad, el premio ha sido concedido por el descubrimiento del radio y el polonio. Creo que no hay ninguna conexión entre mi trabajo científico y los hechos de la vida privada… No puedo aceptar, por principios, la idea de que la apreciación del valor del trabajo científico pueda estar influida por el libelo y la calumnia acerca de mi vida privada. Estoy convencida de que mucha gente comparte esta misma opinión. Me entristece profundamente que no se cuente usted entre ellos”. Y, claro, acudió a por su Nobel. Después, abrumada, indignada, dolida por la campaña mediática contra ella, sufrió una fuerte depresión. Pero demostró entonces su fortaleza, algo que le caracterizó toda la vida.
Superó cada adversidad. Y es un referente. Una mujer pionera. No sólo la primera en ganar el Nobel, y además, por partida doble. También la primera que dio clases en la Universidad de la Sorbona. Y la primera (y única) mujer enterrada en el Panteón de los Hombres (sí, hombres) Ilustres en París. Todo en su vida fue fascinante. Una vida que repasa con ternura y exquisita sensibilidad Rosa Montero en La ridícula idea de no volver a verte, donde no sólo conocemos a la Marie Curie científica, sino también a la mujer, a la persona detrás de ese personaje deslumbrante.
Vía| La ridícula idea de no volver a verte, de Rosa Montero.
Más información| Biografíasyvida

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